miércoles, 27 de mayo de 2009

Plegaria

Santificado sea tu nombre por mi cuerpo,
Desgastado de labios y de voz;
Tal vez así, otro reino venga hasta nosotros
Para hacer libremente nuestra voluntad
sobre la tierra, que no entendemos de cielo
Si no es el de la boca.

Dame finalmente
Eso de ti que es mi pan de cada día,
Y si nos ofendemos, perdonémonos
Con eso de lo profundo de los ojos,
Así como perdonan otros pecadores,

Caer siempre en tu tentación
Y en esta ciudad condenada, ¿qué nos importa el mal?
Si no hay otro lugar donde ser libre.





Amén.



N.R.P.